viernes, 17 de junio de 2011

DILCIA CHALAS DE MEDRANO.

Sin duda alguna que pensar en lo que una considera su Mejor Maestro/a te remonta a una vivencia de experiencia única, agradable e irrepetible. Ella, porque así la nombrare, era mi maestra de Literatura en cuarto de Media, Plan de Reforma, siempre cuando Ella llegaba  al aula de clase, observaba como venía vestida, me parecía impecable, linda, con clase y que se sentía orgullosa de lo que hacía. Era como un ritual que antes del pase de lista, para tomar la asistencia, caminaba con pasos lentos pero firmes por toda el aula, mostrando interés por cada uno de nosotros, pero sin dejar de transmitir autoridad con amor.
Ella, que  me  enseño con delicadeza y tacto como conducir un debate, una mesa redonda, un panel y otras estrategias didácticas que hoy me ayudarían a desenvolverme mejor; pero también  me  enseñó a amar un verso, a escribir una poesía, a sentir una canción. Hizo   que cada hora clase se convirtiera en una obra de arte, en la que una era la actriz principal y ella la dramaturga perfecta.
Ella, mostro coherencia de vida en lo que hacía  y lo que decía, convirtiendo el arte de educar en un sacerdocio, donde se hacía  una simbiosis entre el  llamado maestro y el profesor,  la vocación y la profesión se unían en una misma persona. Ella fue Mi Mejor Maestra, una artista en el arte de educar, una mujer integra, abanderada de la responsabilidad,  honesta y que da y sigue dando ejemplo de vida. DILCIA CHALAS DE MEDRANO.
Una vida no bastaría para agradecerle el haber sido parte de mi formación y de lo que soy hoy de adulto, y tratare de tener presente cada día de mi vida el legado que dejo en mí. Para que en  esos momentos  en la que solo nos queda por oír el ruido de los recuerdos y el sonido del balance de una mecedora, sean de decencia y dignidad.

ATENTAMENTE,

Derby Julissa Segura.
07/06/2011

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